Parar, respirar, escuchar…

Intuición 

Pararse, a veces, es necesario.

Rebajar el ritmo frenético que llevamos en nuestro día a día nos puede ayudar a recuperar la serenidad, cosa que necesitamos para reenfocarnos en la dirección correcta y así poder continuar con nuestra vida de forma más útil, para nosotros mismos y para los demás.

Lo malo es que este concepto de “pararse” no está bien visto en nuestra sociedad, en la que se suele entender la quietud como un sinónimo de vagancia, de miedo o de incompetencia.

Hace unos años asistí al interesantísimo taller de un conocido coach holandés, especializado en motivación y “activación” personal, y hoy me ha venido a la mente una impactante historia personal que nos explicó.

Él nos contó que, tiempo atrás, había dejado de trabajar como directivo en una empresa porque no se sentía bien con aquel trabajo, que no le llenaba a nivel personal y solo le daba beneficios económicos.

Durante un tiempo estuvo buscando otro empleo pero, cuando sus ahorros se fueron reduciendo drásticamente, empezó a desesperarse al no encontrarlo.

Esto no constituía ninguna sorpresa para mí porque, en aquel momento, yo llevaba varios meses también en búsqueda de empleo y conocía la sensación en primera persona de ser un desempleado sin recursos.

Lo que llamó mi atención, y rescato ahora para escribir este artículo, fue lo que nos dijo respecto a lo que hizo en un momento dado, cuando más agobiado se sentía.

Para nuestra sorpresa, aquel coach reconocido internacionalmente que había ayudado tanto a personas como a empresas a alcanzar el éxito, nos confesó que lo que le ayudó a encontrar la dirección que le hizo cambiar y mejorar su vida fue, simplemente…

¡Pararse!

mar-rumorolas

Apartó de su pensamiento lo que el mundo le decía que “debía hacer” (conseguir un trabajo para poder pagar las facturas y ser un ciudadano normal, aunque posiblemente infeliz) para crear un espacio de calma, escuchar a su interior y comprender lo que realmente “quería hacer” con su vida, que era dedicarse a ayudar a otras personas para que también encontrasen el objetivo vital que les hiciera más felices, cosa que realiza felizmente desde entonces y con notable éxito.

Este es un ejemplo de alguien que ha alcanzado notoriedad pero ¡hay tantas personas que han mejorado sus vidas después de pasar por un período de calma “forzada” por ellos mismos! incluso enfrentándose a la opinión de muchos de los que les rodeaban, como fue mi propio caso.

El proceso no es automático, hay que hacerlo de forma consciente y, para mí,  consta de tres fases principales:

  1. Parar
  2. Respirar
  3. Escuchar

Parar, respirar y escuchar son tres sencillas acciones que todos estamos capacitados para hacer, aunque la sociedad no nos lo ponga fácil, es cierto.

Parar no quiere decir literalmente abandonar todo movimiento para dedicarse a la “vida contemplativa”, como hacen los ermitaños o los gurús espirituales. “Parar” significa dejar de actuar por inercia o, como diría mi compañera en unas formaciones que realizo, “dejar de correr como un pollo sin cabeza”, sin un rumbo ni objetivos claros.

A veces conllevará una cierta falta de actividad física, pero puede tratarse de un corto período o, incluso, de un tiempo que nos marquemos dentro del resto de actividades diarias y que, si respetamos con rigor, nos dará muchos beneficios. Podemos aprovechar este tiempo para hacer meditación, yoga o, simplemente, para pasear o sentarnos tranquilamente donde nos encontremos bien y relajarnos, alejando las preocupaciones y lo que tanto nos agobia.

RespirarCuando hayamos encontrado este espacio de tranquilidad, lo siguiente que debemos hacer es respirar, simplemente, pero de forma consciente, llevando toda nuestra atención a esa cotidiana acción que realizamos de forma automática.

Al respirar hay que notar qué es lo que se mueve en nuestro cuerpo: el pecho, el diafragma o el abdomen para aquellos que sepan hacer la respiración abdominal, muy recomendable para relajarse aún más.

Al concentrarnos en la respiración ayudaremos a nuestro cerebro a abandonar los pensamientos que nos molestan y a alejar de nosotros el “ruido” que nos envuelve, no solo los sonidos del ambiente (tráfico, obras en la calle, vecinos, etc.) sino, lo que es aún más importante, aquellas voces que no dejan de resonar en nuestro cerebro diciéndonos que debemos enviar currículums constantemente, que las facturas no se pagan solas, que debemos cambiar algún hábito, etc.; todo eso que ya sabemos y que, en estos momentos, no nos ayuda en absoluto para conseguir la calma que necesitamos.

Y, por último, debemos escuchar.

Esto, aunque aparentemente es tan sencillo, suele ser lo que más cuesta de este proceso, porque se trata de escuchar-nos, de poner atención en lo que nuestro interior nos está gritando desde hace tiempo y que nosotros, seres que hemos descuidado nuestra parte emocional con los años, hemos dejado no solo de “escuchar” sino, incluso, simplemente de oír a nivel más superficial.

Voz interior

¿Cuándo fue la última vez que hicimos caso a alguna intuición espontánea que tuvimos? ¿Podemos recordar ese momento?

Hacer este ejercicio nos servirá para darnos cuenta de en qué consiste esto de “escuchar” a nuestro interior. Se trata de captar y valorar la primera idea o sensación que surge y que nos provoca algún movimiento a nivel de vibración interna, ya sea positiva (señal de que es lo que queremos realmente) o de rechazo.

En términos de Inteligencia emocional, a identificar estas sensaciones se le llama resonar.

Como bien dice el refranero: “la primera intención es la que vale” y es muy cierto, porque esa intuición (también llamada corazonada) es la que surge de nuestro interior, que es donde reside nuestra auténtica sabiduría, la de cada uno.

Nadie mejor que nosotros sabe realmente lo que nos conviene de verdad para ser felices, lo que pasa es que nuestros miedos, inseguridades y creencias limitantes muchas veces nos juegan una mala pasada y no nos dejan aceptarlo y actuar en consecuencia, o ni siquiera escucharlo.

Yo también he tenido que parar durante una temporada de escribir en este blog, porque tuve que dedicar mis energías a otras cosas que mi interior me decía que necesitaba para mejorar mis expectativas de futuro.

Y ahora ¿os apetece escucharos más a partir de ahora?

Os animo a hacerlo.

Voz interior, M. Gandhi

 

Si este artículo te parece útil, ¡compártelo!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acerca de Chema Montorio

Facilito el Autoconocimiento personal para impulsar los cambios, personales y profesionales. Mi pasión es contribuir a que afloren los verdaderos potenciales de las personas y transformar la oscuridad en la que viven en luz, con la que ayuden a brillar a más personas.
Esta entrada fue publicada en Ejemplos reales, Estado emocional, Recursos, Reencontrarse, Ser mejores, Yo mismo y etiquetada , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario