¿Puede sernos útil el sufrimiento? (I)

lagrima

¿Tienen sentido el dolor y el sufrimiento?

Generalmente no entendemos por qué debemos sufrir ni para qué lo hacemos,  ¿qué sentido hay en que lo pasemos mal en la vida?

Esta duda es una de las más compartidas en nuestra cultura occidental, en la que se tiene un concepto del placer y del bienestar que excluyen totalmente al sufrimiento, ocultándolo a nuestra consciencia e intentando que no nos afecte.

¡Pero el efecto que eso nos causa es exactamente el contrario!

Al intentar evitar el sufrimiento y toda mención a él, también estamos evitando aprender sobre ello y a estar preparados para recibirlo, lo que es algo totalmente inevitable para nosotros en un momento u otro, exactamente igual que lo que pasa con la muerte, a la que también intentamos ocultar en nuestras vidas.

Como digo, esto prácticamente solo pasa en la cultura occidental porque en la gran mayoría de culturas del mundo –también en las que no han sobrevivido hasta nuestros días– no solo reconocen a la muerte y al sufrimiento como algo que forma parte de la vida de todas las personas, sino que lo hacen sin resquemor ni  infundiendo miedo hacia ellos, sino aceptándolos sinceramente como algo inherente a la vida humana y preparando a las personas para su     –ineludible– encuentro con ellos.

De estas culturas podemos aprender mucho, en cuanto al sentido que pueden tener el dolor y el sufrimiento para nosotros.

Como decía Epícteto (filósofo griego del s. I):

«No pretendas que lo que sucede suceda como quieras,

sino quiérelo tal como sucede, y te irá bien.»

¿Acaso alguien, que sea minimamente realista, puede pensar que su vida llegue a estar completamente libre de todo tipo de sufrimiento?

Tierra, noche y díaNo hablo de que tengamos que ser pesimistas ni que debamos caer en ningún victimismo, sino de que veamos la vida tal y como es, un cúmulo de situaciones y circunstancias en las que nos encontraremos absolutamente de todo: alegría y tristeza, funcionalidad y casos disfuncionales (para no caer en los juicios de “lo que está bien o mal”), amor y desengaño, pasión y apatía, confianza y traición, abundancia y restricciones, libertad y control,…, y así un enorme abanico de conceptos opuestos entre sí que abarcarían todos los ámbitos del ser humano, hasta llegar a los más absolutos que serían los de la vida y la muerte.

Todas esas contraposiciones forman parte de nuestras vidas ¡para todo el mundo!

¿Cómo sabríamos lo que es bueno para nosotros si no tuviéramos conocimiento de lo que nos hace daño, para poder comparar sus características?

¿Por qué disfrutamos tanto de las vacaciones, sobre todo los que no son felices en sus trabajos, si no es porque las comparamos con lo que viviremos cuando se nos hayan acabado?

El gran problema de los que vivimos en esta cultura, que rehúye del sufrimiento como de la peste, es que, al no querer reconocer y aceptar su existencia, tampoco sabemos valorar realmente lo que vivimos cuando no sufrimos o sentimos dolor.

Voy a poner un ejemplo que puede parecer tonto pero que creo que no lo es.

Recuerdo que años atrás cortaron el suministro de agua en una zona de mi barrio para hacer unas reparaciones  importantes. En aquella época no había ascensor en nuestra finca, por lo que todo lo que necesitábamos en casa teníamos que subirlo a mano por las escaleras, hasta el tercer piso.

Cuando cortaron el agua, durante un par de días, fue cuando me di cuenta de la gran suerte que tenía al disfrutar de la comodidad de tener toda el agua que necesitara en mi casa ¡simplemente abriendo un grifo! sin tener que ir a buscarla a la fuente ni acarrearla escaleras arriba, como tuve que hacer durante esos días, al no poder almacenar en casa toda la necesaria para beber y para la limpieza e higiene.

¿Había pensado alguna vez en lo afortunado que soy al tener esa gran comodidad que, para millones de personas en el mundo, es totalmente impensable y les ocasiona enormes esfuerzos en su vida cotidiana?

Acarrear agua en AfricaRotundamente, no.

Lo cual contribuye a que tampoco haya disfrutado conscientemente, durante toda mi vida, de algo que para muchas personas representa un auténtico lujo, digno de reyes.

El tener que sufrir la incomodidad de acarrear el agua hasta mi casa fue lo que me hizo valorar, y disfrutar más, el hecho de tener toda la que necesitaba al alcance de la mano habitualmente.

En este caso, como en otros muchos, sin el sufrimiento no hubiera tenido tampoco el posterior disfrute.

Podemos aplicar este mismo argumento a la mayoría de situaciones que nos ocurren: valoramos el estar sanos cuando caemos enfermos, echamos de menos tener pareja cuando la perdemos, nos damos cuenta de lo que queríamos a un familiar o a un amigo cuando se muere,…

Por tanto,

el sufrimiento es útil para disfrutar más de

todo lo bueno que tenemos en la vida.

La gran pregunta es ¿por qué necesitamos del sufrimiento para valorar más todo lo bueno que tenemos?

La respuesta la he dado unos párrafos atrás: en general, pasamos por la vida por inercia, sin aplicar la consciencia a lo que hacemos o sentimos.

No somos suficientemente conscientes de nuestra propia vida.

No ponemos la consciencia en la mayor parte de las cosas que hacemos, decimos o pensamos sino que todo eso, en gran parte de nuestra día a día, ocurre de forma automática debido a formas de actuar que hemos ido integrando por creencias y aprendizajes adquiridos durante los años.

Por lo tanto tenemos dos opciones: o aprendemos a ser más conscientes en nuestra vida o tendremos que aceptar el sufrimiento como algo que nos ayuda a tomar consciencia, “a la fuerza”, de todo lo que no somos capaces de valorar por nosotros mismos.

Pero ¿solamente podemos encontrar este sentido en el sufrimiento?

No, también tiene otra utilidad para nosotros, pero eso lo dejaré para el siguiente artículo.

Intentaré no haceros sufrir demasiado con la espera…

paciencia

 

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Acerca de Chema Montorio

Facilito el Autoconocimiento personal para impulsar los cambios, personales y profesionales. Mi pasión es contribuir a que afloren los verdaderos potenciales de las personas y transformar la oscuridad en la que viven en luz, con la que ayuden a brillar a más personas.
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